El curso termina. Las mochilas se vacían, las aulas se silencian, las agendas se relajan. Pero muchas veces, el cuerpo y la mente siguen en modo alerta. ¿Te ha pasado?
Madres, padres, profesoras, cuidadores… hemos llegado a junio arrastrando el cansancio acumulado de tantos días “con todo”. La lista interminable de responsabilidades, el acompañamiento emocional constante, la presión por hacer bien las cosas, por estar para otros… Y sin darnos cuenta, dejamos de estar para nosotras y nosotros mismos.

El verano nos abre una ventana. No solo de tiempo, sino de posibilidad. Una oportunidad para volver a escucharnos, aunque sea un poco. Para reconocer con honestidad si lo que sentimos es más que cansancio: si es agotamiento, desconexión, saturación emocional.
Y aquí va un recordatorio necesario, aunque a veces incómodo de aceptar: descansar no es rendirse. Es cuidarse.
A menudo, confundimos el descanso con pereza, o la pausa con egoísmo. Pero en realidad, la autocompasión no es indulgencia: es medicina. Una medicina que muchas veces falta justo en los espacios donde más se da, como la educación, la crianza, el acompañamiento…
¿Y si este verano no fuera solo un descanso “de cosas”?
¿Y si también fuera un descanso “hacia ti”?
Te propongo algo. Muy sencillo. Muy humano:
- Haz una pausa. Cierra los ojos por un minuto y siente tu cuerpo. ¿Dónde te aprieta la tensión?
- Haz algo solo para ti, aunque sea pequeño. No porque debas, sino porque quieres.
- Di que no sin culpa. A una cita, a una pantalla, a una exigencia innecesaria.
- Habla con alguien de cómo te sientes. No tienes que tenerlo todo claro para poder compartirlo.
El verano no va a resolverlo todo . Pero puede ser el inicio de una conversación pendiente contigo. De una manera más amable de habitar tu tiempo, tu cuerpo, tus emociones.

Porque no viniste al mundo a sostenerlo todo. Viniste a vivirlo también. Y el primer paso para cuidar a los demás con presencia y ternura, es empezar a practicar eso mismo contigo.
Este verano, que el calorcito y la brisa no toque solo tu piel, sino que llegue a tu corazón.