Cuando los niños comprenden el porqué de estos momentos de parar, sentir, conectar con ellos mismos y con los demás… se convierte en uno de sus momentos favoritos. Y a la vez hay que saber escuchar a los niños que, por motivos personales, no quieren o no pueden parar y sentir lo que hay en su interior. Sostener esto requiere de mucha sensibilidad, de comprender no sólo a los niños, sino lo que esta práctica abre en nosotros.
Por ello es importante tener un conocimiento profundo de la práctica e ir ofreciendo a cada paso la amabilidad y la comprensión, que es el pilar fundamental de la práctica de mindfulness.