No se trata de evitar que los niños tengan emociones negativas, sino de acompañarles cuando las tienen.
¿Evitar que mi hijo se enfade? Acompañarle en sus emociones negativas
Creo que el trabajo de los adultos no consiste en evitar que los niños tengan emociones negativas como el enfado, los celos, la tristeza o la frustración. Consiste en acompañarles cuando están inmersos en la emoción.
El resto de su vida van a seguir teniendo esas emociones porque son parte de los seres humanos. Todos las tenemos y es algo normal. Y ahí nosotros, como padre o madre, tía o abuelo, no vamos a estar para tratar de evitárselas.
Identificar emociones negativas en los niños
Lo que si podemos enseñarles es el proceso de identificarlas (darse cuenta qué emoción están sintiendo), aceptarlas (es normal) y tratarlas para que no se dañen a ellos ni a los demás.
Por eso tratar de evitar que el niño o la niña se sienta enfadado cuando no consigue lo que quiere dándoselo, o que no sienta celos ocultándole escenas en las que los padres dan amor a su hermanito recién nacido, no ayudan al niño o a la niña.
Al niño le ayudará el que sus padres sepan «leer en el niño o niña» qué es lo que puede estar sintiendo y hacérselo saber:
“Sé que te sientes enfadado y es normal porque te lo pasas muy bien en el columpio. Pero somos una familia y no siempre se puede hacer lo que tu quieres amor. Ahora nos vamos casa”.
Objetivos de la identificación de emociones negativas
Cualquier situación de la vida es un buen momento para aprender. El objetivo no es que el niño llegue al parque, se suba al columpio y regrese a casa y entonces digas: bien, misión cumplida.
El objetivo es que durante ese tiempo haya aprendido como funciona el mundo desde el amor y el respeto hacia uno mismo y hacia todo los demás.
Evitar las emociones negativas no ayuda a establecer los límites
Por otro lado, el tratar de evitar las emociones negativas en los niños hace que sea muy difícil establecer los límites, porque para evitar que se enfade vas ampliando el límite que habías definido en un principio y para los niños tener unos límites claros es jugar en un terreno seguro, que los padres duden, significa jugar a desafiarles.
Pero para eso, uno mismo tiene que saber gestionar sus emociones, saber conectar con la calma y la serenidad.
Por eso creo que el mejor regalo que un padre o madre pueden hacer a sus hijos es aprender ellos sobre sus emociones y para ello conocer su mente a través del mindfulness o la meditación.
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2 comentarios
Lo más importante es lo que dices es “… para eso, uno mismo tiene que saber gestionar sus emociones, saber conectar con la calma y la serenidad”.
Está clara la importancia de dedicar el tiempo que sea necesario para conocer nuestras emociones y el tiempo necesario para acompañar en las emociones que tienen nuestros hijos.
Añadiría que, en el mundo en que vivimos – o hemos elegido vivir – (y hablando como padre que trabaja, tiene sus claras limitaciones y defectos), muchas veces el factor “tiempo” (o concepto del valor del tiempo que tenemos cada uno) es nuestro peor enemigo que pone a prueba continuamente nuestra paciencia para tomarnos las cosas con más calma y tranquilidad y aceptar las cosas como son (no como nos gustaría que fueran).
Es verdad Francisco, es un desafío constante, porque cuando uno tiene que abarcar tanto no es fácil estar sereno, ser capaz de no dejarte arrastrar por tus emociones, etc. Por eso para los padres y madres especialmente puede ser tan útil aprender prácticas como la meditación. Y desde luego, ser muy amoroso con uno mismo y permitirse equivocarse un millón de veces, pegar un grito que no querías, etc. La cosa es darse cuenta y volver a empezar, tantas veces como sea necesario y con muuuuuucho amor por uno mismo, porque ya ser padres es como para que te den un PREMIO A LA GENEROSIDAD, LA PACIENCIA Y LA ENTREGA POR LOS DEMÁS.
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