Aprender a no tener la mente distraída y estar totalmente presentes en aquello que hacemos, nos ayuda a que seamos capaces de realizar una actividad de forma más eficiente. De eso no hay ninguna duda.
Pero esta capacidad se puede utilizar para tomar una taza de té, para cocinar, para escuchar a otra persona… y también para disparar un rifle y matar a otra persona.
La meditación para la mente y el corazón de los niños
La meditación no trata sólo de un entrenamiento mental para que los niños se concentren más y se distraigan menos, sino de una apertura del corazón para ser capaces de sentirse a ellos mismos y sentir a los demás.
De esta manera se deja emerger en ellos la empatía, el compañerismo, la bondad… no de una manera impuesta (“tienes que ser bueno”) sino de una manera natural y experiencial.
Por eso la práctica de la meditación no sólo ayuda a hacer mejor las cosas sino a ser mejor persona con los demás y con uno mismo, por eso decimos que nos ayuda a mente y corazón.